Columna: Globalización y sus consecuencias en la agricultura

Por Dra. Karina Buzzetti, Directora de Investigación Consultora AgriDevelopment

Hace unos días, en el retorno del viaje a una conferencia agrícola en Latinoamérica 5 colegas fuimos interceptados en el aeropuerto para la inspección de rutina del Servicio Agrícola y Ganadero.

Como es costumbre, los comentarios sobre lo molesto de ese proceso no se hicieron esperar, no obstante, dos de nosotros fueron sorprendidos con productos agrícolas frescos y por ende restringidos en su ingreso a nuestro país. La anterior experiencia es bastante común de registrar en los distintos pasos fronterizos en Chile, los que cada vez son más utilizados.

En una década de gran demanda migratoria, el constante ingreso y salida de personas ha virado por completo la situación fitosanitaria de nuestro país. Así, en los últimos años el SAG ha detectado al menos 8 plagas y enfermedades nuevas; debiendo destinar recursos adicionales para mitigar y/o controlar sus efectos en nuestra industria. La última de ella, Drosophila suzukii, plaga que potencialmente amenaza con daños productivos a la uva de mesa, los cerezos y en especial los berries.

Pero, ¿quién es responsable de estos ingresos? Si bien el SAG es responsable por declaración de principios institucionales de la vigilancia y resguardo de la condición fitosanitaria del país, es imposible para el servicio cumplir a cabalidad con esta función considerando que, además de los pasos fronterizos regulares, tenemos un sinnúmero de pasos irregulares; que existe falta de compromiso e irresponsabilidad incluso en viajeros nacionales; que los recursos y el personal del servicio es limitado; y que incluso no se puede descartar intencionalidad en algunos actos.

Si bien el impacto de la producción nacional con el ingreso de estas plagas es relativo, es innegable el perjuicio al que es sometido el productor agrícola debido al aumento del requerimiento de aplicaciones fitosanitarias, situación que es duramente compatible con la tendencia de disminuir el número de intervenciones químicas en los huertos y el número de residuos en los alimentos.

Las exportadoras, por otro lado, deben ajustar uno a uno sus programas fitosanitarios considerando nuevas restricciones de mercado, limitando en algunos casos sus posibilidades de negociación.

Alcanzar una agricultura sustentable es el desafío planteado por el Ministerio de Agricultura, lo cual, bajo el escenario dinámico donde sólo nos queda el recuerdo del concepto de "isla fitosanitaria" requiere de un compromiso mancomunado.

No es sólo el Servicio Agrícola y Ganadero el responsable, sino también nosotros en nuestros hogares al educar a nuestros hijos; es responsable el viajero o migrante que decide ignorar las restricciones impuestas; el privado que aprovecha un vacío legal para justificar sus ingresos de materiales genéticos o maquinarias agrícolas usadas sin procesos de desinfección; tanto como el inspector que no realiza adecuadamente su trabajo.

Si queremos conservar y potenciar la agricultura en Chile debemos adherirnos a este compromiso, y entender que el proceso de globalización tiene consecuencias negativas (y positivas) que no pueden ser atribuidas ni manejadas por un solo ente o institución.

Fedefruta